miércoles, 19 de enero de 2011

Copa del Rey : Sevilla 3 - O Villarreal ( Cuartos de final )

Como encendido por el segundo nacimiento de Sergio Sánchez para el fútbol, al Sevilla le bombeó a lo grande de nuevo el corazón anoche y fundió a una caricatura de Villarreal, un equipo estético al que le empieza a perseguir una mala fama de perdedor. Frente al Villarreal, que no ha rebasado en su historia el umbral de los cuartos, el Sevilla exhibe músculo y carácter competitivo: cinco semifinales en siete años. Algo se esconde en el ADN del Sevilla que le permite sobrevivir a situaciones límite y, especialmente, a ser temible a doble partido. En la UEFA, en la Copa, en las Supercopas, ha cimentado su extraordinaria leyenda de los últimos años.
Ayer fue una apisonadora. Jugó con pasión y con convicción, la que extraña en la Liga. Y se adaptó al medio. Desesperado por la imagen abúlica que ofrece en la Liga y que le estaba empezando a afectar, Manzano pegó un volantazo: tiró una moneda al aire y cambió el sistema. Lo admirable fue el valor que le puso, porque se cargó de un plumazo a Capel, Navas, Perotti y Luis Fabiano. A cambio, puso en el campo músculo y compromiso. Porque los mejores jugadores son los que mejor compiten. El resultado fue un gol tranquilizador de Renato y el control absoluto. La inacción del Villarreal, entregado desde el principio, resultó sorprendente. Garrido, al contrario que Manzano, fracasó con su nuevo plan. Añoró el control del centro del campo y, una de dos, o menospreció al Sevilla o tiró la Copa.
El ciclón sevillista se convirtió en tsunami en los cinco primeros minutos de la segunda parte. Kanouté y Alexis remataron con la misma fe que ha tenido Sergio Sánchez para volver al fútbol. El sevillismo se pegó una fiesta que merecía después de meses tristes y recordó su condición de equipo copero. En el camino le espera un hueso, pero también un sueño. Al campeón le late el corazón.

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